La historia de José Luis Vargas pareciera ser sacada de un guión de cine, y es que para este chuquicamatino residenciado en Calama, la vida ha empezado nuevamente a sus 47 años.
Vargas recibió su diagnóstico de covid positivo en abril, allí su condición se deterioró de forma inmediata por lo que requirió ser conectado a respiración mecánica invasiva en el Hospital Carlos Cisternas de Calama. Pasaron los días y como su condición no mejoraba, la esposa de José Luis Vargas insistió en al menos tres oportunidades para que el paciente fuese conectado a la máquina ECMO (Oxigenación por membrana extracorpórea), que los especialistas consideran como la última oportunidad de vida para pacientes en condición de extrema gravedad. Sin embargo, tras varios intentos, Vargas no reunía las condiciones clínicas adecuadas para optar a ser conectado a la ECMO.
Según relata el mismo paciente, ya hoy plenamente recuperado, “mi esposa insistió varias veces hasta que pude ser candidato a ECMO. Viajaron especialistas desde acá (Hospital Regional de Antofagasta) hasta Calama a buscarme. Esas personas que fueron a buscarme son ángeles para mi. Yo sé que el ECMO es lo último, pero yo estoy acá y es increíble, estoy un poco más lento pero íntegro. Es un milagro, yo vencí al covid”.
12 días en total estuvo José Luis Vargas conectado a ECMO en el Hospital Regional de Antofagasta, pero más de dos meses y medio en estado crítico debido a complicaciones asociadas al covid y a otras patologías derivadas. “Después que superé el covid me dio pancreatitis, luego tuve problemas del hígado, inconvenientes con la presión arterial, me desahuciaban y me recuperaba y luego volvía a caer…”, indicó Vargas.
Efectivamente, la condición de salud que tuvo que atravesar el paciente trasladado desde Calama, pasó por varias etapas, todas ellas de pronóstico reservado, es decir, bastante críticas para cualquier ser humano. Según relata la Dra. Rita Sanhueza, jefa (s) de la Unidad Coronaria del principal centro de salud de la Región, Vargas “fue todo lo complicado y más que uno pueda imaginarse. En su caso particular, progresó a una falla ventilatoria catastrófica como consecuencia del covid, por lo que requirió ser conectado a la ECMO”.
La especialista asegura que ha sido una ventaja para José Luis el hecho de que el Hospital Regional de Antofagasta sea uno de los pocos del país que cuente con equipos ECMO y con el personal capacitado para tratar a pacientes en esta condición. “No solo fue la neumonía por covid, él tuvo incluso que ser operado luego de salir del ECMO por varios procesos infecciosos… Atender su caso requirió del trabajo colaborativo con la Unidad de Pacientes Críticos y la Unidad de Cirugía Cardiovascular. Esto fue un reto para todos nosotros”, señaló Sanhueza.
Los cuidados diarios de José Luis Vargas incluían un alto número de funcionarios entre los que destacan, además de los médicos, kinesiólogos, TENS, enfermeras y auxiliares de servicio, entre otros. Olga Ferrada, Kinesióloga de la UCI Coronaria del Hospital Regional, por varios meses se encargó de colaborar con los cuidados respiratorios y ventilatorios del paciente, asimismo, como profesionales de la kinesiología ayudaban en la movilización del paciente en cama mientras se encontraba en estado crítico. “Sus palabras son emocionantes para nosotros, verlo levantarse y ser funcional es motivador para mi y para todo el equipo… esto nos impulsa a seguir haciendo las cosas bien”, expresó Ferrada.
Opinión similar tienen el resto de profesionales que se encargaron de acompañar a Vargas en su despedida del hospital tras recibir el alta médica. Mirian Ortíz y Ximena Pizarro fueron otras de las funcionarias que trabajaron por José Luis durante sus meses de estadía en el centro de salud y que al verlo recuperado partiendo a su casa, aseguran sentirse satisfechas con la labor cumplida. “Nos emociona que él nos considere ángeles, pero la verdad es que José ha sido un milagro para todos nosotros. Esto demuestra que, aunque estemos muy cansados, recuperaciones como ésta nos motivan a seguir ayudando en esta pandemia”, añadió Pizarro.
Ya vestido y sentado en la silla de ruedas que lo sacó de la UCI Coronaria, acompañado por su esposa y sus dos hijos, José Luis Vargas entregó palabras de afecto y agradecimiento al equipo de profesionales de la salud y confesó que recibe este milagro de vida con humildad. “Lo que quiero es llegar a casa, abrazar a mi familia… comer pollo arvejado y recuperar mis fuerzas para bailarle Tinku a la virgen”.