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Miércoles, Noviembre 27, 2024

LOS LOROS Y GUACAMAYOS QUE ATRAVESARON LOS ANDES: RESTOS MOMIFICADOS EN EL NORTE DE CHILE DAN INDICIO DE PORQUE OCURRÍA

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Este es un guacamayo escarlata momificado (Ara Macao). Fue encontrado en una tumba en el sitio de El Carrizal (Nazca, Perú) y habría sido sepultado hace unos 1500 años. Lo interesante es que está muy lejos de su húmeda selva natal, al oriente de los Andes. Entonces, ¿qué hacía en Nazca? No es un caso único. Ejemplares similares de loros y guacamayos cuidadosamente tratados, han sido encontrados en otros sitios desérticos de la costa de Perú y Chile. Precisamente, una reciente investigación realizada en este último país, podría darnos un indicio de por qué ocurría.

Primero vamos al mapa: en verde, el hábitat de los guacamayos y los loros amazónicos. En morado, el enorme muro —de entre 2200 y 6900 metros de altitud— de la cordillera de los Andes, que estas aves no cruzan de forma natural. En la región del norte grande de Chile se han analizado los restos de 27 loros y guacamayos escarlata momificados, que fueron enterrados en distintos sitios durante la época que va entre la caída de Tiwanaku y el ascenso de los incas (el periodo Intermedio Tardío, aproximadamente entre los años 1100 y 1450), pero, principalmente, en el yacimiento arqueológico de Pica-8, una gran necrópolis de ese tiempo. Entre las conclusiones de los autores están que vivieron un buen tiempo en el lado oeste de la cordillera. Pero, ¿cómo saben eso? Por su alimentación.

La clave: el maíz

A través de la reconstrucción de su dieta por los isótopos presentes en sus cuerpos momificados, los expertos determinaron que las aves comían lo mismo que sus dueños, agricultores y cazadores de la cultura Pica-Tarapacá, que se desarrolló en los desiertos y oasis entre Iquique y la cordillera, en el norte grande de Chile. Los investigadores determinaron que las aves no solo comían abundante maíz (el cultivo más importante de esta cultura) sino que este fue sembrado en campos que fueron abonados con guano de islas (es decir, con los desechos de las aves marinas que comían peces en las playas del Pacífico), sustancias que, evidentemente, no pueden existir en su hábitat amazónico original.

Entonces, está claro que las aves fueron transportadas vivas a través de la fría cordillera, lo que es sorprendente si consideramos que el posible lugar de origen más cercano está en la selva del Beni, en Bolivia…. ¡a 500km de distancia!

Lo más probable es que haya viajado a lomo de llama, como parte de la carga de las grandes caravanas que, según han constatado arqeuólogos e historiadores, llevaban productos desde el altiplano hasta la costa del Pacífico. Sus condiciones de transporte, eso sí, no están claras. ¿Cómo las mantenían a salvo del frío? ¿Los meterían en cajas forradas / abrigadas? ¿Cómo hacían para soportar los estragos de la altura? No lo sabemos.

Lo que sí sabemos, al menos en parte, es para qué querían loros y guacamayos vivos al otro lado de la cordilera…

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Una vida difícil


Entre los cuerpos analizados hay evidencias de que varios fueron “desplumados” más de una vez a lo largo de su nueva vida en el desierto (lo que, claro, no debió ser nada agradable para los pobres animalitos). Es decir, como si fueran alpacas a las que periódicamente se les trasquila. Pero, ¿Por qué? Con toda seguridad para usar las plumas de insumo en sus textiles.

Las diferentes culturas de la costa del Pacífico, especialmente en el Perú, cosieron plumas multicolores a sus prendas, a veces en elaboadísimos diseños (como la pieza chimú mostrada más abajo), por cuestiones de prestigio o para marcar diferencias sociales. Normalmente se pensaba que las plumas eran bienes de intercambio, que llegaban ya listas y arrancadas, desde el oriente de los Andes. Pero es posible que, también, el tráfico de aves vivas a través de la cordillera, semejante al que hubo entre Chile y la selva boliviana, haya sido común entre las culturas peruanas como chimú, ychma o chiribaya, todas las cuales se desarrollaron al mismo tiempo que la cultura Pica-Tarapacá y fueron maestros del arte plumario. Es más, el ancho de la cordillera en el Perú es menor que en la región altiplánica por lo que, en teoría, este transporte podría haber sido más rápido que el que hubo en el sur.

Lo más probable es que haya viajado a lomo de llama, como parte de la carga de las grandes caravanas que, según han constatado arqeuólogos e historiadores, llevaban productos desde el altiplano hasta la costa del Pacífico. Sus condiciones de transporte, eso sí, no están claras. ¿Cómo las mantenían a salvo del frío? ¿Los meterían en cajas forradas / abrigadas? ¿Cómo hacían para soportar los estragos de la altura? No lo sabemos.

Lo que sí sabemos, al menos en parte, es para qué querían loros y guacamayos vivos al otro lado de la cordilera…

Una vida difícil


Entre los cuerpos analizados hay evidencias de que varios fueron “desplumados” más de una vez a lo largo de su nueva vida en el desierto (lo que, claro, no debió ser nada agradable para los pobres animalitos). Es decir, como si fueran alpacas a las que periódicamente se les trasquila. Pero, ¿Por qué? Con toda seguridad para usar las plumas de insumo en sus textiles.

Las diferentes culturas de la costa del Pacífico, especialmente en el Perú, cosieron plumas multicolores a sus prendas, a veces en elaboadísimos diseños (como la pieza chimú mostrada más abajo), por cuestiones de prestigio o para marcar diferencias sociales. Normalmente se pensaba que las plumas eran bienes de intercambio, que llegaban ya listas y arrancadas, desde el oriente de los Andes. Pero es posible que, también, el tráfico de aves vivas a través de la cordillera, semejante al que hubo entre Chile y la selva boliviana, haya sido común entre las culturas peruanas como chimú, ychma o chiribaya, todas las cuales se desarrollaron al mismo tiempo que la cultura Pica-Tarapacá y fueron maestros del arte plumario. Es más, el ancho de la cordillera en el Perú es menor que en la región altiplánica por lo que, en teoría, este transporte podría haber sido más rápido que el que hubo en el sur.

¿Se encariñaban con ellas? ¿sirvieron también como mascotas? En el caso chileno, ocurría lo mismo e incluso algunas de las aves fueron colocadas con las alas extendidas y las lenguas hacia afuera. ¿hay algún significado (mágico, religioso, ritual) en estas costumbres? Dado que el análisis se realizó sobre ejemplares previamente excavados (la mayoría de ellos procedentes de museos y colecciones) aún hay pocos datos para responder este tipo de preguntas .

El estudio fue liderado por el arqueólogo boliviano José M. Capriles para la Universidad de Penn Statem (EEUU) y con la participación de la Universidad de Tarapacá.

 

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