Luego de dos horas de caminata entre quebradas y cerros, un grupo de unas veinte personas llega a su destino ubicado en lo profundo de la quebrada de La Chimba, custodiado por el viento y los cerros interminables.
En ese lugar, donde se tocan las nubes, se encuentra el memorial en homenaje a seis Carabineros que un 10 de octubre perdieron la vida en cumplimiento de su deber.
Y hasta ahí llegaron esta mañana, Carabineros de la Sección Aérea de la IIa Zona y de la Subcomisaría de Investigaciones de Accidentes en el Tránsito, SIAT, de la Prefectura de Antofagasta, acompañando a la Agrupación Caminantes del Desierto, con el objetivo de rendir homenaje a los mártires, porque, aunque los años han pasado, su recuerdo sigue vivo.
“Hoy queremos expresar nuestro fraterno abrazo a todas las familias y un saludo en reconocimiento a todos quienes vistieron este uniforme y perecieron en cumplimiento del deber emprendiendo el vuelo sin retorno” manifestó el capitán Juan Ignacio Salgado de la Sección Aérea.
Han pasado 20 años desde ese día que la Región se vistió de luto por dos hechos trágicos que no fueron indiferentes a nadie y siguen presentes en los antofagastinos.
El miércoles 10 de octubre del 2001 se iniciaba como cualquiera, pero esa tranquilidad fue rápidamente quebrada, 23 vidas se perdieron ese día en dos accidentes que trágicamente se entrelazaron.
Cerca de las 9 am comienzan a llegar las primeras informaciones de un grave accidente de tránsito cerca de Calama, la colisión frontal entre un bus que transportaba trabajadores y un camión abastecedor de concreto era el prólogo de lo que sería recordado como uno de los días más tristes en nuestra Región.
A las 8.40 horas, a 14 kilómetros al oriente de Calama, 17 muertos, varios heridos graves, más una estela de partes de las máquinas era el resultado del accidente.
Al lugar concurre Carabineros de la 1ª Comisaría de Calama y aíslan el sector para que nadie, salvo los rescatistas, ingresara al sitio del suceso, a la espera de los peritos de la SIAT que tendrían la misión de investigar el hecho.
En tanto, en el cuartel de la Siat en Antofagasta, se recepcionaba el llamado requiriendo su concurrencia. Se hacía imperioso que se constituyera un equipo investigador en el lugar del accidente. Rápidamente la patrulla de turno preparó los equipos y a los pocos minutos ya se disponían a salir.
El equipo N° 1 estaba compuesto por los sargentos 2dos. Pedro Segundo Sáez Aguilera, Arturo Hernán Farias Botarro y la carabinero Nancy del Carmen Núñez al mando del capitán Patricio Guillermo Arancibia Hohmann.
Por la magnitud del accidente que enlutaba la Provincia de El Loa, se decide concurrir en un avión institucional, para poder llegar rápidamente.
Pasadas las 10 am, en la Sección Aeropolicial de Carabineros, en ese tiempo ubicada en el desaparecido aeródromo de La Chimba, el equipo de la SIAT abordaba el Cessna, con su piloto el capitán Patricio Peñaloza González y el mecánico de aviones Carabinero Marcelo Rivera Durán.
A las 10:32 horas despega la nave con los seis Carabineros, iniciando un trayecto que no llevaría más de una hora.
A los diez minutos se pierde el contacto. Los minutos pasaban y en la IIa Zona de Carabineros, en las Prefecturas de Antofagasta y El Loa y en las unidades de toda la región caía un velo de incertidumbre y angustia, cada intento de comunicarse con la aeronave, o con sus ocupantes, era fallido y aunque nadie quería asumirlo, comenzaba a surgir la posibilidad que el avión y sus tripulantes nunca más volverían a aterrizar.
Se activó un plan de búsqueda a cargo del Servicio Aéreo de Rescate (SAR) de la Fuerza Aérea de Chile, y a las 14.30 horas la esperanza que estuvieran con vida se esfumaron. Los restos humeantes del avión son divisados en la ladera de un cerro por un piloto particular que se había unido a la búsqueda.
El lugar se ubica a unos cuatro kilómetros de la Quebraba La Chimba a pocos metros de la cima de uno de los imponentes cerros y concurrir a pie requirió más de una hora de caminata, pero para Carabineros no fue impedimento, eran sus compañeros, y además había trabajo que hacer.
Al llegar se encontraron con el desolador panorama. Una extensa área quemada daba cuenta de la violencia del impacto, los seis tripulantes habían fallecido de manera instantánea.
La misión del rescate, encomendada a la FACH, fue lenta y uno a uno los cuerpos fueron trasladados hasta el Servicio Médico Legal de Antofagasta.
Esa noche, en el Grupo de Formación de Antofagasta, el silencio era conmovedor, en la capilla ardiente que se dispuso en el plantel, el mando, los Carabineros y amigos quisieron acompañarlos en oración.
A los pocos días la comunidad antofagastina les rindió el último homenaje volcándose a la iglesia Catedral donde sus cuerpos fueron velados y con un templo repleto fueron despedidos con el himno de Carabineros y el corazón apretado.
Hoy Carabineros nuevamente les rinde homenaje, y en aquel lugar donde hace 20 años se ciñó la tragedia, izaron una bandera a media asta que seguirá flameando silenciosa en lo alto de los cerros de Antofagasta como promesa del servicio y vocación.