Este mes de Septiembre estuvo marcado por importantes noticias. Desde los parlamentarios más irresponsables hasta casos que rosan con la corrupción con el tema mini casinos. Pero el título de esta Columna nada tiene que ver con eso, sino a lo tarde que vamos llegando a enfrentar el cambio climático. No suena tan terrible hablar de “cambio climático”, pues se dice que los cambios son buenos. Pero ¿Es realmente bueno este cambio? ¿se traducirá mejor en “destrucción climática”? Y es que si las cosas en la ciencia empírica no son alteradas, no cambian su esencia. Entonces ¿quién introdujo alteraciones al “clima”? Nosotros mismos hemos sido irresponsables con nuestro entorno, no exigimos lo necesario para cuidarlo ni tampoco lo hemos cuidado en las cosas domésticas. Seguido de ello, ¿Cómo contrarresta la gran minería la inmensa cantidad de contaminantes que hacen tóxico nuestro aire? Calama aún espera el Plan de Descontaminación, que está en proceso de respuestas a la gran cantidad de observaciones ciudadanas, participación que se debe celebrar y felicitar, porque un ciudadano informado es valorado, pero aún más aquel que participa en las decisiones de los destinos de su pueblo.
Estamos atrasados, el gobierno está atrasado, los parlamentarios estamos atrasados, las grandes empresas están atrasadas, y lo sorprendente es que por estos días se habla de una serie de temas que en nada ayudan a mejorar la realidad que viven nuestras comunas, a la gente que día a día sale a trabajar en un ambiente contaminado para llevar el pan a la mesa; hoy vemos como algunas autoridades están más preocupadas de la próxima elección que de gobernar y legislar ahora. Tomemos entonces la iniciativa en lo cotidiano, por ejemplo, guarde el aceite usado en botellas, no lo tire por el lavaplatos porque llega al mar; reutilice bolsas; no utilice materiales plásticos de un solo uso (desechables); lleve su tapper para comprar fiambres y demás agregados para la once; separe su basura y busque puntos de reciclaje cercanos a su domicilio; hagamos nuestra parte, busque cómo contrarrestar aquello que hemos contaminado durante nuestra vida; que el gobierno haga la suya y que las empresas tomen al fin un rol protagonista en la responsabilidad ambiental. Los poderosos y mercaderes de siempre destruyeron nuestra “casa común”, y nuestra tarea es reconstruirla.