La participación e independencia de los miembros de las comunidades en el Plan de Manejo Ambiental de Minera El Abra, es una característica decisiva en los resultados del cuidado y mantención de la flora y fauna del la Vertiente 11 del Salar de Ascotán.
Un trabajo que responde al desarrollo del Plan de Manejo en la Vertiente 11, que implementó la minera el 2010 y que incorporó procedimientos de monitoreo y manejo ambiental con el fin de recuperar la cobertura vegetal de especies características del sector.
Se trata de una labor conjunta de los profesionales de la Gerencia de Medio Ambiente de El Abra y representantes de la comunidad, que recorren los humedales del salar y recogen cualquier elemento que afecte la flora y fauna del sector, especialmente objetos de plástico.
También se hace un monitoreo permanente de las especies endémicas del salar, como el pez Orestias Ascotanensis, conocido también como karachi y el Sapito de Philippi.
Otra especie endémica que está tomando protagonismo en el salar de Ascotán. Es el caracol, Heleobia ascotanensis, que está siendo objeto de estudios genéticos. “Se están recogiendo ejemplares de todas las vertientes del salar y estudiando su genoma con el objetivo de determinar si a través de los años, la separación geográfica entre las vertientes ha logrado un proceso evolutivo de subespeciación en este gastrópodo” explicó Felipe Farías, Analista Ambiental de El Abra.
Esther Quispe, integrante del equipo comunitario, espera que el salar vuelva a lo que era hace tres décadas. “Era una maravilla, pero hay que trabajar para recuperarlo. Cuando era niña venía acá y esto me trae mucha nostalgia. Esperamos con harto trabajo y la ayuda de la minera, recuperar esto como era antes”.
Por su parte, Héctor Meruvia, miembro de la comunidad Cebollar-Ascotán, demuestra su optimismo. “Mi participación y la de las monitoras es importante, porque mantenemos la limpieza, evitamos la contaminación plástica que es dañina para la fauna, vicuñas, patos, guayatas y pececitos. Ahora estamos viendo el regadío, destapando las mangueras, viendo que hay más agua y donde hay agüita, hay vida y vegetación. De a poco estamos saliendo adelante”, concluyó Meruvia.
En la recuperación de coberturas vegetales de la vertiente 11 del salar, el protagonismo lo tienen dos especies de flora nativa, la Zameioscirpus atacamensis (cojinete) y la Puccinellia frígida. “El problema es que las condiciones de altura del salar son bastante extremas. Hemos hecho varias actividades como traer plantas y brotes germinados, pero las condiciones del salar como erosión eólica o evaporación nos ha jugado en contra”, señaló Farías.
Uno de los temas más destacados del plan de manejo del salar es el interés mostrado por las comunidades. “Ellos están enterados de todas las actividades que realizamos y nos entregan un reporte diario de las actividades que hacen. Tenemos diferencias, pero están conscientes que esto no es cosa de replantar y listo. Hacemos todos los esfuerzos posibles y en algún momento esto dará los frutos esperados”, enfatizó el analista ambiental.