El lunes primero de febrero, amigos y conocidos de Cristóbal Mamani (35), usuario habitual de la Hospedería de Calama, avisaron a los monitores del programa que acoge a 12 personas en situación de calle de la ciudad y tiene una capacidad o aforo máximo de 15, que Cristóbal estaba en las inmediaciones del recinto y se encontraba en muy mal estado de salud.
“Desde la Hospedería llamamos a una ambulancia que lo trasladó al Hospital Carlos Cisterna, donde fallecería tres días después, a consecuencia del COVID-19, el jueves 4 de este mes. Este hecho activa a la rápida ejecución de nuestros protocolos en caso de brote de contagio, ya que Cristóbal había estado en contacto estrecho con otros cuatro usuarios, manteniendo mínimas medidas de protección. Nosotros a diario proveemos a los usuarios de elementos de protección personal, cuando salen en la mañana del programa, pero eso no garantiza que hagan correcto uso de ellos. Rápidamente entonces gestionamos con la Seremi de Salud Región de Antofagasta, Roxana Díaz Corro, la toma de exámenes PCR, tanto para los acogidos como para los trabajadores de la Hospedería”, explica el sociólogo Leonel Rodríguez, jefe de operación social del Hogar de Cristo en Calama.
Durante este proceso, uno de los acogidos de la Hospedería comunicó que se había hecho el test PCR y que el día miércoles 3 le habían notificado telefónicamente que había salido positivo.
Hoy los cinco usuarios contagiados se encuentran en una residencia sanitaria, gracias a un trabajo coordinado con las redes de salud y la Secretaría Regional Ministerial. Dos trabajadores, que también dieron positivo, están en cuarentena. La Hospedería hoy trabaja con turnos éticos, uso estricto de elementos de protección personal y aplicación rigurosa de los protocolos sanitarios, para reducir riesgos de contagio, que se vienen aplicando desde marzo, cuando empezó la pandemia en nuestro país.
Leonel Rodríguez, profesional que conoce en profundidad la dura realidad de las personas de calle, advierte: “La estigmatización y el prejuicio que sufren las personas en situación de calle no puede acentuarse en estos tiempos de pandemia.
Es muy delicado por esto sostener que habría un brote de COVID-19 entre ellos en Calama, como he escuchado afirmar. Estas personas, tal como sucede con los adultos mayores por otras razones, son grupo de alto riesgo debido a su mayor prevalencia de enfermedades crónicas, producto del deterioro físico y mental que provoca la vida en calle, el consumo problemático de alcohol y otras drogas, la escasa o mala alimentación, la violencia cotidiana, la exposición a temperaturas extremas. Esto se traduce en enfermedades respiratorias, daño de órganos o enfermedades inmunológicas. Además, en esta población son más frecuentes los trastornos de salud mental que implican en algunos de ellos la no conciencia de males que requieren tratamiento y cuidado, una baja adherencia a los tratamientos, dificultades de hacerles seguimiento y ausencia de redes de apoyo”.
Los 5 acogidos contagiados que hoy están en residencias sanitarias merecen respeto, cuidado y dignidad, y eso es lo que se les está dando, gracias a un trabajo ágil y bien coordinado entre todos los involucrados, comenta, con preocupación el jefe de operación social territorial de la fundación en Calama.